Josué 24:15

Sí mal os parece servir a jehová escogeos hoy a quien sirváis si a los dioses a quienes sirve vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis pero yo y mi casa serviremos a Jehová

Al entrar en mi domicilio hay un cuadro que tiene escrito esta última parte del texto leído: “yo y mi casa serviremos al señor”, creo que varios de ustedes también lo tienen. Desde que comienza este capítulo veinticuatro, se nos cuenta cómo Josué el líder máximo de Israel en ese entonces, reunió a todo el liderazgo y la nación en ese día tan especial para darles algunos desafíos muy importantes; y ahí llegamos al versículo quince en donde vamos a encontrar cinco partes, cinco aspectos que vamos a ir considerando uno a uno.

1. El primero de ellos: “sí mal os parece servir a Jehová”. Dios es muy respetuoso y nos da siempre la apertura de poder reflexionar, de poder considerar, de ejercer nuestra autonomía y forjar nuestro propio parecer. ¿Será posible que servir al señor sea una pérdida de tiempo? ¿Te parece qué servir a jehová sea algo que no tenga relevancia, que puede ser dejado en segundo lugar? ¿Será que servir al Creador es algo que carece de valor?

Eso es lo que se nos está pidiendo aquí, que razonemos y nos demos cuenta de la dimensión que esto significa; es necesario llegar a una conclusión acerca de qué es servir a Dios, y cuánto vale para nosotros este servicio.

2. Luego de que se nos pide considerar nuestro parecer al respecto, se nos motiva a tomar una decisión: “escogeos hoy a quién sirváis”, nos toca elegir, tomar una decisión; y un detalle muy importante aquí es que dicha decisión tiene un tiempo: escogeos “hoy”; en otras versiones dice escogeos “este día”. Eso es porque era en ese momento que los israelitas debían tomar una decisión, era allí y en ese día que debían hacer la elección; no era una elección que podía quedar postergada para más adelante; y eso es lo que precisamente significa cuando este pasaje nos llega a nosotros, la decisión de servir al señor no es algo que podamos postergar.

3. El tercer punto presenta una opción hipotética, que consistiría en servir a los “…dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río”. Aquí hay que entender varias cosas, primero comprender a qué se refiere con los “dioses”, generalmente cuando las personas hoy escuchamos el término dios o dioses solemos pensar en religión y esto está bastante lejos de ser así, dioses en realidad se refiere a todas aquellas prioridades en la vida del ser humano,  tiene que ver con aquellos aspectos o énfasis a los que nosotros le damos el primer lugar en nuestra vida de cada día, el primer lugar de nuestra atención, de nuestro servicio. Este plural dioses se refiere a aquellas cosas que ocupan el lugar de Dios, y que por lo tanto se convierten en dioses. Dios debería estar en nuestras veinticuatro horas del día, cuando nos despertamos, cuando pasamos el día y cuando nos acostamos; y aun cuando dormimos tiene que estar en primer lugar, sin embargo hay cosas que reemplazan el lugar del señor.

Esos dioses pueden ser por ejemplo: el dinero, el placer, el bienestar, puede ser la familia, el trabajo la posición social, las emociones, algunas filosofías, ideologías o religiones, algún individuo, objeto o idea. Son tantas cosas se pueden constituir en dioses para una persona.

La segunda cosa que vemos en este punto es el término “padres”. Hay que entender por padres no necesariamente a los progenitores que por cierto lo son; pero también padres se refiere a los antecesores, a nuestros antepasados así como también se refieren a otros tipos de padres que vendrían a ser personajes o instituciones que han forjado una herencia para nosotros, una herencia cultural, de estilo de vida, de pensamiento, de filosofía. De manera que no solamente consideremos padres a nuestros antecesores biológicos, sino que también estamos hablando de los padres de la historia de la patria, estamos hablando de aquellos que han dejado el legado de su pensamiento, énfasis y de su conducta, y que por tanto han dejado una marca que nos influye o afecta y hace que nosotros en cierto modo tengamos hasta quizá mecánicos comportamientos queriendo inconscientemente servir a los dioses de esos antepasados.

Luego se hace una aclaración, “cuando estuvieron al otro lado del río”, y es importante entender que esta es una figura que aparece varias veces en la biblia, el cruzar el río, o el río en sí, se presenta como una frontera entre dos estados de vida: la vida antigua sin cristo, y la vida nueva en cristo. Las personas que no han recibido al señor, como su señor y salvador están del otro lado del río y aquellos que ya hemos experimentado el nuevo nacimiento, estamos a este otro lado del río, en la tierra prometida, porque es una tierra que se nos prometió no para el futuro sino para ya, esa vida ya empezó desde el momento que nos hemos entregado a cristo y sigue eternamente hacia delante; entonces cuando se habla de estar al otro lado del río se está haciendo referencia a un estado o situación aún sin cristo, y la idea de estar a este lado del río, significa estar ya con cristo.

4. Luego se presenta la segunda opción hipotética: “o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis”. Acá es muy interesante entender que se vuelve a usar el término dioses para referirse al mismo concepto; en esta ocasión se alude a los dioses de los amorreos. ¿Quiénes son los amorreos? Hay siete pueblos mencionados en la historia que narra el libro de Josué. Eran los pueblos a los cuales los israelitas tenían que despojar del territorio y por lo tanto con los que tuvieron varias batallas, en algunas de ellas fueron derrotados, en otras salieron victoriosos. Dada la simbología del número siete en relación a la perfección, estos siete pueblos representan también a siete aspectos diferentes de la oposición o del enemigo para el pueblo de Dios. Los amorreos eran un pueblo conocido por su indolencia, tenían la fama de ser malvados, guerreros muy sanguinarios así como un pueblo idólatra.

Es importante entender que la tierra en donde los israelitas iban a asentar sus ciudades había sido habitada por diferentes etnias ente ellos los amorreos a quienes los israelitas serían encargados de exterminar. Hubo un incidente que aparece en el capítulo diez de este mismo libro, en el que los gabaonitas que eran uno de esos grupos amorreos, idearon un plan en el cual se hicieron pasar por un pueblo muy lejano que venía a hacer las paces con Israel, dado que vislumbraban que Israel estaba entrando a conquistar todas esas regiones, y entonces no querían ellos ser víctimas, entonces con astucia consiguieron que Israel hiciera un pacto con ellos, así que cuando Israel entró en la tierra de Canaán, no destruyó a los Gabonitas, sino que destruyó a los demás pueblos, y ellos se quedaron a vivir junto a los hebreos en calidad de sirvientes; pero este detalle ocasionó que más adelante entre los israelitas, dada la influencia de los amorreos que estaban allí, se generaron incidentes de idolatría en medio de Israel.

Lo cierto es que los amorreos están representando algo que nosotros podemos entender cuando recordamos que Dios nos hizo de espíritu, alma y el cuerpo; el espíritu es aquello que nos conecta con Dios y que está vivo cuando recibimos a cristo, de lo contrario el espíritu está muerto, y es por eso que necesita encontrarse con Jesús. El alma que comprende el centro de nuestras emociones, nuestros procesos cognitivos, nuestras conductas, todo ello que según la palabra de Dios es transformado día a día por obra del espíritu santo. Finalmente el soma, el cuerpo que es la habitación o morada de nuestro ser.

La tierra en la que vivían los amorreos es una expresión que representa nuestro cuerpo, por eso el apóstol Pablo habla de la lucha en la que el espíritu está dispuesto a hacer la voluntad de Dios, pero nuestra carne es débil al respecto. Porque la carne, nuestra naturaleza humana, aún tiene residuos de esos gabonitas y sus dioses que de hecho quisieran dominarnos y volver a las antiguas maneras de vivir sin Cristo; y tenemos tentaciones, sentimientos y deseos que no contribuyen a la vida victoriosa del creyente.

5. Finalmente Josué expresa su elección: “yo y mi casa serviremos a jehová”. Esta última parte es muy interesante por una sencilla razón; porque Josué está pronunciando estas palabras justo antes es de morir. Cuando uno lee este texto desprendido de su contexto, podría uno pensar que Josué hizo tal elección al comenzar su familia o al iniciar sus años de liderazgo. Sin embargo estas fueron palabras expresadas cuando ya tenía ciento diez años de edad, y estaba anciano, ya sin fuerzas. Esa era la última vez que reunía a Israel y a sus líderes para darles un desafío, el último de sus desafíos. Una cosa es que él tome una decisión en lo que respecta a su vida, pero él está asumiendo una decisión por toda su familia.

Aquí encontramos una enseñanza sobre la influencia a la cual nosotros estamos llamados de ejercer sobre nuestras familias, sobre nuestros descendientes. Las palabras de Josué no estaban desprendidas de la realidad que él había vivido, no se trataban de palabras demagógicas o de meros deseos, sino que su sincera expresión estaba acompañada de una serie de conductas y estrategias que había ido construyendo a través del tiempo para asegurarse de que el resto de su familia incluyendo sus descendiente iban a continuar sirviendo al señor, y por eso podía decir con autoridad profética “yo y mi casa serviremos al señor”. Nuestra responsabilidad de ser influenciadores de nuestro entorno familiar y de las personas que Dios puso en nuestro entorno nos desafía a sentar las bases para que nuestros parientes y descendientes vayan por el camino del servicio del señor.

Luego Josué muere, pero muere con la satisfacción de haber cumplido su propósito en esta tierra habiendo sido un instrumento en las manos de Dios, así como por el hecho de haber influido en su propia familia asegurándose de que esta continuaría en el servicio del Altísimo.

De modo que tenemos el desafío de que al reflexionar sobre el llamado al servicio del Señor asumamos la firmeza de escoger servir al Señor antes que a otros dioses, comprometiéndonos a influir en nuestra familia de tal manera que nos aseguremos de que los nuestros así como nuestra descendencia continuará viviendo tan noble decisión.

…yo y mi casa serviremos a Jehová.

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