1 Samuel 3:3.4

Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada, 
Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí. 

Dios está llamando a la gente a la salvación, pero después de que una persona recibe al Señor y es incluido como parte de la iglesia de Cristo pues ya ha sido salvado, entonces Dios también llama al creyente en una manera específica para delegarle una tarea, una labor un ministerio que deberá llevar a través de su vida.

Samuel era un jovencito que estaba viviendo en el templo o santuario en donde Eli había ministrado durante muchos años, y de alguna manera estaba formando a Samuel en la tarea.

Samuel dormía en el templo y Dios le llama, y Samuel inmediatamente responde y no se evidencia ningún tipo de duda al ponerse a disposición de quien le estuvo llamando.

Para que haya un llamado y también una respuesta positiva como la de Samuel, deben existir ciertos parámetros o características que se estén dando. Dios no llama de manera improvisada o

En medio de la nada, los llamados de Dios, tienen coherencia con la línea de vida que se está llevando. De manera que debemos pensar en cuales sean las características que requerimos para que el llamado y la respuesta sean las adecuadas.

  1. Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová

¿Qué es un templo? Según la palabra de Dios para nosotros no se trata de un edificio de materiales o paredes, sino es el ámbito donde Dios mora, Pablo dice que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, y cada espacio o ámbito donde Dios ha instalado su morada, no un lugar donde Dios está de visita, sino el lugar íntimo de Dios, donde es su hábitat. Esto tiene que ver con vivir en la voluntad de Dios, vivir basado en las reglas y principios divinos. Cuando vivimos meditando en la Palabra y orando en todo tiempo, entonces estamos durmiendo en el templo del Señor.

El termino dormir tiene al menos tres connotaciones.

En principio, dormir tiene que ver con “descanso”, cuando decimos que estamos durmiendo en el templo del Señor, estamos diciendo que nos descansamos en Dios, que vivimos confiando en su protección y diseño para nuestra vida. No tengo por qué desesperarme o preocuparme por los diferentes aspectos de mi vida, familia, economía, salud, etc. pues estoy cubierto por la protección del Señor. En paz me acostaré y así mismo dormiré, porque solo tu oh Dios me haces dormir confiado.

El segundo aspecto de dormir tiene que ver con los sueños que tenemos en las noches, dice que todos soñamos pero no todos recordamos lo que hemos soñado; sueños a veces agradables y en otras desagradables, feos etc. Dicen los especialistas que los sueños son el lenguaje de nuestro subconsciente de las cosas y la información que nuestra mente recoge y adelanta sobre diferentes situaciones. Como creyentes que estamos viviendo en la Palabra de Dios, nuestro subconsciente también será afectado por esta relación íntima con el Señor. Si acaso estamos soñando cosas feas o pecaminosas quizá sea porque estamos permitiendo que nuestra mente absorba cosas inapropiadas para un creyente.

El tercer aspecto tiene que ver con los sueños también, pero esta vez con los sueños que tenemos cuando estamos despiertos; fantasías, ilusiones, deseos sobre nuestra vida, nuestro futuro y nuestros seres queridos. Las personas sueñan generalmente con aspectos propios que tienen una tendencia materialista y meramente carnal. Los jóvenes sueñan con belleza y prosperidad, los ancianos con que sus hijos y nietos sean exitosos en los negocios, etc. pero el creyente debe aprender a soñar con cosas propias del reino de Dios, como construir una familia que ame al Señor, o como tener éxito en un negocio, pero ¿para qué? En el caso del creyente este soñará con dicho negocio porque quizá sea la forma de tener mejores formas de servir al Señor.

Este segundo parámetro tiene que ver con Jesucristo. Recordemos que el arca del pacto de los Israelitas era una caja que había sido construida siguiendo una descripción minuciosa que se encuentra en el libro de Éxodo. En toda la biblia no existe una tipología más precisa y pormenorizada sobre el Señor Jesús y su obra perfecta de la cruz del Calvario, que la figura del Arca del Pacto. Pasaríamos mucho tiempo en cada detalle, pero solo por mencionar algunas características podemos pensar en que el arca estaba construido de madera y oro, la madera representa humanidad en la biblia, así como el oro representa divinidad, eso es Jesús ambas cosas. La madera era de Acacia, es un árbol que no presenta anillos en su tronco y siendo que los científicos cuentan los anillos de un tronco para determinar la antigüedad del mismo, esto representa la eternidad de Jesús, que no tiene ni principio ni fin. Los querubines de oro sobre el arca miraban fijamente al propiciatorio representando que el reino de Dios en el universo es Cristo céntrico.

El propiciatorio era la pieza más importante pues es la misma esencia del Señor haciendo su obra de expiación en la Cruz. Dentro del arca estaban tres objetos que representan el pecado de la humanidad: el maná del desierto que representa el rechazo del ser humano al pan del cielo que es Jesús; la vara de Aarón, que representa la rebeldía del hombre ante la autoridad y liderazgo dado por Dios a los hombres; y las tablas de la ley de Moisés, que representan la incapacidad del ser humano de poder cumplir la ley de Dios, y no solo de no poder cumplirla, sino también de rechazarla y olvidarla.

Cuando el Padre mira para dentro del arca para vernos, no puede ver nuestro pecado pues Jesús el propiciatorio, esa tapa del arca, se interpone entre el Padre y nuestro pecado, pero como el Padre traspasa todo, nos ve, pero nos ve a través de su hijo Jesús que es Santo, y por ello nosotros que no merecemos perdón, somos declarados por Dios como personas santas y dignas del Señor.

Es importante que aprendamos a ser y vivir cada día como creyentes Cristocéntricos, y revisar nuestros contenidos teóricos y prácticos para ver si nuestros mensajes, canciones y conversaciones colocan a Jesús en el centro de todo, como el eje de nuestra vida.

En el templo donde dormía Samuel estaba el Arca de Dios, eso representa que Jesucristo está presente en el ámbito de nuestra vida.

En la biblia Dios nos señala como luces, las lámparas de Dios para alumbrar en esta humanidad perdida. En Apocalipsis se le dice a una de las iglesias que se le quitará el candelabro, esto tiene que ver con que la lámpara hacer referencia al ministerio que cumple una persona e incluso una congregación determinada. La advertencia significa que si no estamos cumpliendo con la tarea asignado por Dios, es posible que este ministerio (candelabro) se nos sea quitada y se le asigne a otra persona.

También la lámpara siguiendo el mismo sentido, nos hace pensar en el tiempo habilitado para ministrar; Dios llamó a Samuel que era un jovencito adolescente, llamó también a Pablo cuando este era ya un adulto, pero llamó también a Moisés cuando este tenía 80 años de edad. Lo cual significa que no hay restricciones para el llamado de Dios, quizá un adulto no tenga la energía y dinámica para ciertas tareas, pero podrá desempeñar algún tipo de ministerio; por el contrario un joven tal vez no disponga de experiencia y conocimiento propio de un adulto mayor, pero este podrá servir al Señor con sus reflejos propios de joven.

Estos tres parámetros deben existir en nuestra realidad para que el Señor cumpla en nosotros su llamado y nosotros podamos responder satisfactoriamente como lo hizo Samuel.

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